martes, 18 de enero de 2011

Volver a 1985


Me jacto de ser generación 1986 - gran cosecha. Argentina campeón, imagínenlo. Por lo cual, como es de esperarse, nunca había podido ver Volver al Futuro en un cine. Clásico de clásicos, la película de Robert Zemeckis es universal y atemporal: es de esas que cuando estás haciendo zapping y la encontrás de casualidad, la dejás, fija.

La semana pasada, Volver al Futuro se reestrenó en los cines argentinos, gracias al inmenso esfuerzo de Sir Chandler, creador de la página (justamente) Cines Argentinos. Vale decir que el muchacho se puso la empresa al hombro: tuvo que anotarse como distribuidor en el INCAA, repartió las copias digitales en su propio auto cine por cine, incluso llegó a afirmar que si la película llegaba 5000 espectadores "al menos no tenía que vender el auto". Con casi todas las funciones agotadas y más de 25.000 espectadores, estamos en condiciones de afirmar que Sir Chandler podrá mantener su vehículo.

La experiencia de ver Back to the Future en cine es inolvidable. Las luces de la sala comienzan a extinguirse y los espectadores emitimos grititos de emoción. Aparece la leyenda "Steven Spielberg presents" y rompemos en aplausos. Y cuando el gran título de la película aparece en esa pantalla gigante, que siempre soñaste ver, la sala es una fiesta. Así seguirá durante 90 minutos. La primera aparición de Marty, la persecusión en skate, incluso el gran travelling inicial que muestra los incontables relojes del Doc sincronizados te ponen la piel de gallina.

Ver este film de vuelta en los cines, con tal nivel de audiencia, hace que uno se pregunte... ¿qué quiere decir esto? Además de que Volver al Futuro cuenta con un fiel ejército de seguidores argentinos. Es indudable que hay mucho amor por esta película, pero, y el resto de los clásicos? ¿Qué pasaría si se reestrenara Terminator 2, por ejemplo? ¿O la primera de El Padrino?... ¿Se llenarían esas salas también?...

Quizás sea un síntoma más de que las nuevas producciones de Hollywood no le llegan ni a los talones, en calidad cinematográfica, a nuestros grandes clásicos. Quizás demuestre que el buen cine está en crisis, y que volver a los grandes de siempre es una buena (y redituable) idea. O quizás, sólo demuestre que Volver al Futuro fue, es y será siempre una gran película.

jueves, 6 de enero de 2011

Un Eternauta sin zombies


La notica había regado la polémica: en el 2008, Lucrecia Martel anunció en Cannes que estaba trabajando en una adaptación de la historieta argentina más clásica de todos los tiempos, El Eternauta.

Desde el primer momento las opiniones estuvieron divididas: había quienes creían que la directora de La Ciénaga era una gran elección para llevar a la pantalla grande la creación de Héctor Oesterheld y Solano López, y quienes miraban con desconfianza el proyecto, argumentando que Lucrecia es demasiado nuevo cine como para estar a la altura de tan querido clásico.

Al parecer el debate no estaba tan errado. Recientemente la directora declaró en una muy buena entrevista para la publicación Esto no es una revista que el proyecto fue cajoneado porque "No llegamos a tener una situación de confianza entre los productores y yo, que auspiciara un buen fin a todo lo que seguía. Ni siquiera llegaron a leer el guión.".

Al parecer, Martel consideró que el concepto central de El Eternauta, la invasión, es demasiado 1950's para un mundo tan siglo XXI: "Para mí, la primera cosa que me imponía la adaptación era pensar: ¿la invasión tiene sentido hoy?; un enemigo, ¿quién es? Creo que la sociedad ha aprendido a detectar al enemigo como a uno que está entre nosotros.", declaró en la misma entrevista.

No satisfecha con esto, Lucrecia decidió entonces que la invasión viniera de adentro mismo de la sociedad, y qué puede ser más invasivo que los zombies? Tan flashero como suena: en el guión á la Martel, los cascarudos eran bichos diminutos que se metían en los cadáveres cubiertos por la nieven, convirtiéndolos en muertos caminantes.

¿Realmente, Lucrecia? ¿Era necesaria tanta manoteada? Todos confiamos en tu criterio a la hora de hacer películas originales, pero a la hora de adaptar un comic clásico a la pantalla grande, Hollywood ha demostrado que cuanto más parecido al original, mejor. El público comiquero no tolera herejías.

Igual, no todo es malas noticias. Afortunadamente a viuda y otros herederos de Oesterheld, dueños de los derechos de El Eternauta, incluyeron una serie de cláusulas en el contrato de adaptación, que según la misma Martel, son las siguiente: "Se tiene que filmar en Buenos Aires, en castellano y hay 10 o 12 núcleos dramáticos de la historieta que tienen que estar y una condición, que está buenísima, es que, en la película, los ciudadanos pierden."


Debe ser la primera vez que me pasa que en una discusión productores vs. directora estoy del lado de la producción. Una lástima Lucrecia, porque la película que pensaste también suena interesante... sólo que, bueno, no es El Eternauta.